14.2.07

No te rindas

Cuando las cosas vayan mal como a veces pasa.
Cuando el camino parezca cuesta arriba.
Cuando tus recursos mengüen y tus deudas suban,
Y al querer sonreír, tal vez suspiras.
Cuando tus preocupaciones te tengan agobiado,
Descansa si te urge, pero no te rindas.

La vida es rara con sus vueltas y tumbos
Como todos muchas veces comprobamos.
Y muchos fracasos suelen acontecer
Aún pudiendo vencer de haber perseverado.
Así es que no te rindas aunque el paso sea lento.
El triunfo puede estar a la vuelta de la esquina.

El triunfo es el fracaso visto al revés;
Es el matiz plateado de esa nube incierta
Que no te deja ver su cercanía...
Aún estando bien cerca.

Por eso, decídete a luchar sin duda,
Porque en verdad, cuando todo empeora,
el que es valiente, no se rinde, lucha!

Autor: Rudyard Kipling

Sabiduría indígena

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.
Él les dijo:
"¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos!
"Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor avaricia,
arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo,egolatría,
competencia, superioridad.
"El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe.
Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra.
Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo:
"¿Y cuál de los lobos crees que ganará?"
El viejo cacique respondió, simplemente...
"El que alimentes."

Forma de decir las cosas

En una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Adivino para que interpretase su sueño.
- Qué desgracia Mi Señor! - exclamó el Adivino - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - Cómo te atreves a decirme semejante cosa? Fuera de aquí!!! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había soñado.
Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: "Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros familiares."
Iluminose el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: -No es posible!, la interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Adivino - que todo depende de la forma en el decir....y te diré otra cosa: "hola" "gracias" y "por favor" son palabras mágicas.

Multiplicar la esperanza

Dos hombres muy enfermos, ocupando la misma habitación en un hospital.
A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación.
El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas. Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones...
Cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana. El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un precioso lago, patos y cisnes jugaban en él. Tan pronto como lo consideró apropiado, despues del fallecimiento de su compañero de habitación, que tantos bellos relatos del mundo le hacía cada tarde, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación.
Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo él mismo. Se esforzó para girarse y mirar por la ventana al lado de la cama...y se encontró con una pared blanca.
El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana. La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared: "Quizás sólo quería animarle a usted".
El dolor compartido es la mitad de una pena, pero la felicidad, cuando se comparte, se multiplica.


Parábola del Amor

"Te moldearé", le dijo el hacha al pedazo de hierro mientras descendía con toda su fuerza sobre uno de sus costados. Pero a cada golpe que le daba iba perdiendo su filo, hasta que después de un rato aquella herramienta no pudo más, había quedado completamente obtusa.
"Déjenmelo a mí", repuso el serrucho mientras clavaba sus dientes en el pedazo de hierro, los cuales fueron desapareciendo uno por uno.
"Yo me encargaré de modelarlo", profirió con arrogancia el martillo, mientras se burlaba de sus compañeros que habían fracasado. Pero después de varios golpes se le quebró el mango y se le desprendió la cabeza.
"¿Me permiten probar?, inquirió humildemente una pequeña llama. Los tres se rieron a carcajadas, pero se lo permitieron porque estaban convencidos de que también iba a fracasar. Sin embargo, aquella llamita cubrió el pedazo de hierro; no se desprendió de él, lo abrazó y lo abrasó hasta volverlo blando y darle la figura que quería. Aquella pequeña llama logró lo que las otras tres poderosas herramientas no pudieron alcanzar. Así es el amor.
Hay en el mundo corazones tan duros que pueden resistir los hachazos de la ira, los dientes del encono, y los golpes de orgullo y del rechazo, pero por más severo que sea el corazón de la persona, no podrá resistir los embates del amor; porque el amor es la fuerza más poderosa de este mundo.

Cuento de un gusanito

En las aguas cristalinas de un lago, se veía el reflejo de un pequeño Gusanito, quien parado junto a un árbol lloraba y lloraba sin parar.
¿Por qué soy tan feo?. Se preguntaba el Gusanito.
Iba pasando por ahí una Arañita y sin querer, escuchó lo que decía el Gusanito.
¡No estés triste, pequeño Gusanito! . Le dijo la Arañita.
¡Yo si que soy fea! Mis patas son muy largas y mi cabeza muy pequeña. Agregó y se fue.
Pero el Gusanito no prestó atención a las palabras de la Arañita y siguió llorando.
¿Por qué soy tan feo?. Seguía preguntándose tras sus sollozos.
Entonces, pasaba por ahí una Ranita, quien se entristeció al oír el lamento del Gusanito.
¡No llores Gusanito! Tu no eres feo. Fea yo con estos ojos saltones y con este obeso cuerpo. Le dijo la Ranita y se marchó.
Pero el Gusanito seguía llorando sin hacer caso de las palabras de la Ranita.
¿Por qué soy tan feo? .Volvió a preguntarse el Gusanito.
Esta vez fue un Caracol quien escucho la tristeza del Gusanito.
¡No es cierto, Gusanito...tu no eres feo! Feo yo, con este tamañito y a demás tener que cargar con este pesado caparazón, que de nada sirve, en tan pequeñito cuerpo.
Le dijo el Caracol y prosiguió con su camino.
Pero el Gusanito seguia llorando y lloraba sin encontrar consuelo en las palabras del Caracol.
Y en eso, se escuchó el aletear de una hermosa Mariposa que volaba por ahí y que se detuvo al oír el llanto del Gusanito.
¿Por qué lloras Gusanito?. Le preguntó la Mariposa con muchísima ternura.
Por...por...que soy...muy feo. Le respondió el Gusanito con lágrimas en sus ojitos.
¡Tu no eres feo!, fea es la manera como te miras a tí mismo. Le aclaró la
Mariposa.
Eso lo dices porque tu eres hermosa y puedes volar por los aires. Le dijo el Gusanito molesto a la Mariposa.
¡No es cierto! El día que dejes de compadecerte y comiences a mirarte con el corazón verás, en esa agua, el reflejo de tu gran belleza y la de aquellos que se han acercado a tí con la humildad de su amor. Le dijo con dureza la Mariposa.
¿Seré tan bello como tú?. Le preguntó con curiosidad el Gusanito.
¡No! Serás más bello que yo... y con un suspiro alzó su vuelo, la mariposa, para alejarse del Gusanito.
El Gusanito se quedó pensando en las palabras de la Mariposa y en todos aquellos animalitos que se le habían acercado con humildad a consolarlo.
¡Qué mal los había tratado!.
Así que el Gusanito tomó una decisión:
Voy a ir a buscarlos. Se dijo con determinación.
Arrastrándose con dificultad llegó hasta la casa de la Señora Araña.
¡Disculpe, Señora Araña! Solo vine a decirle que usted no es fea. Usted tiene unas patas maravillosas que le ayudan a tejer su telaraña y de toda inteligencia tiene llena su cabeza... ¡Feo yo!... Que no aprecié sus palabras. Le dijo el Gusanito a la Araña.
¡Gracias!. Le respondió la Araña.
Volvió a arrastrarse, el Gusanito, hasta llegar a casa de la Señora Rana.
¡Disculpe, Señora Rana! Solo vine a decirle que usted no es fea. Usted tiene unos ojos hermosos y un cuerpo que hace saltar como toda una atleta...¡Feo yo!...Que no aprecié sus palabras. Le dijo el Gusanito a la Rana.
¡Gracias!. Le respondió la Rana.
Una vez más, el Gusanito volvió a arrastrarse hasta llegar a casa del Señor Caracol.
¡Disculpe, Señor Caracol! Solo vine a decirle que usted no es feo. Usted tiene un caparazón muy especial del que puede salir y entrar sin tener que preguntar...¡Feo yo!... Que no aprecié sus palabras. Le dijo el Gusanito al Caracol.
¡Gracias!. Le respondió el Caracol.
Y volviéndose a arrastrar, el Gusanito, llegó al lago donde se detuvo a ver su reflejo por última vez.
Puede que sea feo, pero soy un Gusano con suerte, pues hoy descubrí la belleza de la amistad. Se dijo orgulloso, mirándose en el agua.
Al oscurecer, el Gusanito, se recostó de un árbol y como estaba muy cansado, se quedó dormido.
Al día siguiente vinieron la Araña, la Rana y el Caracol a saludar a su amigo el Gusanito, pero qué sorpresa se llevaron, al ver que junto al lago ya no estaba el Gusano feo, ahora en su lugar, había una hermosa Mariposa de colores. Fue entonces, cuando comprendieron, que el milagro de la amistad había transformado al Gusanito, quien con todo su amor abrió sus alas para poder abrazar a sus buenos amigos.

12.2.07

Amigo

Quiero ser para ti como un puente sobre el río. De este lado, tu hoy. Del otro lado, tu mañana. Entre ambas orillas, el río de la vida: a veces está calmo, a veces turbulento; algunas veces traicionero, otras profundo y barroso. Es necesario atravesarlo.
No soy Dios ni pretendo jugar a Dios. Sólo Él puede llevarte con seguridad a la otra orilla. Pero sí quiero ser el puente que haga más fácil tu trayecto.
Si tienes miedo, pasa sobre mis hombros. Si no quieres correr riesgos, usa mis hombros. Si encuentras que no conviene pasar solo, usa mis hombros. Si me balanceo, no tengas miedo.
Dios me colocó en tu camino para ayudarte a cruzar el río de la vida. No vaciles en pisar solamente en mí. Y cuando estés por llegar, si quieres, recógeme. Pero si me entiendes bien, déjame en donde estoy: otros pasarán por mí, como tu pasaste.
Pero quiero que continúes en tu caminar. Soy tu puente para muchas travesías de la vida. Si me quieres, entonces, puedes llamarme amigo...