23.11.06

Las naranjas de Juan

Juan trabajaba en una empresa hace dos años, siempre fue muy serio, dedicado y
cumplidor de sus obligaciones, llegaba puntual y estaba orgulloso de que en dos
años nunca recibió una amonestación.
Cierto día busco al gerente para hacerle un reclamo:
--Señor, trabajo en la empresa hace dos años con bastante esmero y estoy a
gusto con mi puesto, pero siento que he sido postergado. Rogelio, ingreso a un puesto igual que al mío hace solo 6 meses y ya esta siendo promovido a Supervisor.
--Uhmmmm - mostrando preocupación el gerente - le dice: Mientras resolvemos
esto, quisiera me ayudes a resolver un problema.
--Quiero dar fruta al personal para la sobremesa del almuerzo de hoy. En la bodega de la esquina venden fruta. Por favor, averigue si tienen naranjas.
Juan se esmero en cumplir con el encargo y en 5 minutos estaba de vuelta.
-Bueno Juan, ¿qué averiguaste?
--Señor, tienen naranjas para la venta.
--¿Y cuánto cuestan?
--Ah... No pregunte por eso.
--Ok, pero viste si tienen suficientes naranjas para todo el personal?
--Tampoco pregunte por eso señor.
--¿Hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja?
--No se señor, pero creo...
--Bueno, siéntate un momento.
El gerente cogió el teléfono y mando llamar a Rogelio.
Cuando este se presento, le dio las mismas instrucciones que le diera a Juan y en 10 minutos estaba de vuelta.
Cuando Rogelio retorno el gerente pregunta:
--Y bien Rogelio ¿que noticias me tienes?
--Señor, tienen naranjas, lo suficiente, para atender a todo el personal y si
prefiere también tiene plátano, papaya melón y mango. La naranja esta a 1.5 pesos el kilo. El plátano a 2.20 la mano, el mango a 0.9 el kilo, la papaya y el melón a 2.8 pesos el kilo. Me dicen que si le compra es por una cantidad nos dará un descuento del 8 %. He dejado separada la naranja pero si usted escoge otra fruta debo regresar para confirmar el pedido.
--Muchas gracias Rogelio, pero espera un momento...
--Se dirige a Juan, que aun seguía esperando estupefacto y le dice:
--Juan, ¿qué me decías?
--Nada señor, eso es todo con su permiso...

19.11.06

Cuento Chino

Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.
Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta.
Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío. Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe.
Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: "¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura".
Y la hija respondió: "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz".
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones.
Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Deben cultivarla con amor y hacerla crecer. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China".
La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.
El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.
Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.
Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado.
Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.
Entonces, con calma el príncipe explicó: "Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles".